jueves, 28 de noviembre de 2013

Balada de Sigurd Vargsson

Dejad que os cuente la historia
de aquel que venció al Dragón:
un héroe que hizo victoria
perdiendo su corazón.
Bien cuenta la narración
que al nacer ya fue testigo
de un acto de redención.
Y así nació el hijo pródigo.

Toda esa pena mortuoria
lo sumió en gran desazón,
en nadie vio exculpatoria
al crimen y a la traición.
“Por ti no habrá compasión”,
dijo su padre, su amigo.
“Limpia tu reputación”.
Y así creció el hijo pródigo.

“Madre, te juro la gloria,
que así lograré el perdón”.
Así honró su memoria.
Así perdió la razón.
De su fuerza hubo noción
entre los Hijos, prosigo;
fue acogido en adopción.
Y así vivió el hijo pródigo.

No aguantó su corazón
la crueldad que lo hostigó,
que así renunció al Dragón.
Y así murió el hijo pródigo.

—Vanargand Lobogrís.

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