martes, 18 de junio de 2013

Hace años, en una taberna...

[La familia de Skadi nunca se llevó bien con la de Vanargand por razones varias que aún no se han destapado on rol :P aquí una breve muestra de las burlas de los parientes de Skadi hacia Vanargand xDD]

“Sus hermanos reían a carcajadas, cree que aún puede escuchar el eco de sus risas en el Gran salón. Eran siete aquella noche, no se le olvida; entre todas las mesas de la taberna, la suya era la más alborotadora.

El invitado era el marido de Urtha Tinta de Cristal y traía noticias de la aldea vecina. Estaba a menos de una hora de distancia pero no solían visitarla con frecuencia. Y uno de los motivos que los mantenía alejados de ella, era aquel que se exponía aquellos instantes sobre la mesa.

- ¡Otra mole descerebrada, eso es lo que es! ¡Igual que su endemoniado hermano!- Su padre exclamaba embravecido, alzando la jarra y dejándola caer con un gran estruendo sobre la mesa. Las carcajadas del resto, de sus bien amados parientes, le hacían coro.

- Pero no es ningún secreto que no ha pasado el rito de cacería. He escuchado que es muy inteligen…-Se suponía que el invitado hacía esfuerzos por no verse en una situación comprometida, esfuerzo en bano, por supuesto. El hermano mayor lo interrumpió.

- ¡Lobogrís, ja! ¿Qué clase de apodo insulso es ese? ¡Aún así podría haberse llamado gamogrís! ¡Un lobo no es un lobo sin dientes!

-¡Bien dicho, hijo!-El padre le saca los dientes con fiereza a su prole y este le responde en un gesto igual. Era habitual en su familiar; en ocasiones los gruñidos expresaban más que las palabras.

-¡Toscos, truhanes, terminarán aplastados bajo un alud provocado por el temblor de sus propias pisadas!

Skadi llegó en ese mismo instante con Onna, su madre. Habían disfrutado de la canción de un escaldo que visitaba la taberna aquella noche. Una canción triste y romántica que había provocado arqueadas a la cazadora más joven. El romance a esa edad le aburría, carecía de interés. En su mente, cualquier norn no era ni la mitad de interesante que sus hermanos, no eran tan confiables como ellos ¡Ni de lejos tan apuestos!

-¡Hablamos del hijo de Ormar Bjornolfson! ¡Vanargand Lobogrís! ¿Te lo puedes creer? ¡Ven y ríe con nosotros!- Su padre le hizo un gesto cariñoso y jovial a su pareja para que celebrase la burla con ellos; pero Onna no rió. Es más, la mueca que dibujó en su rostro parecía a medias entre la indignación y la cólera.

No añadió ni una palabra hasta que hubo apurado su cuarto cuerno de cerveza y los clientes de la taberna ya menguaban a pares.

-¿Cómo puede ese descarado e insolente niñito llamarse Lobogrís? ¡Qué vergüenza! ¡Qué indignante! ¡No tiene derecho! ¡Ningún derecho! ¡Nos dará un maldito disgusto! -la madre se tambaleaba y aporreaba con fuerza la mesa de madera, que por fortuna, era lo suficientemente robusta.

-¿A que te refieres, madre? -Uno de sus hijos varones hizo el esfuerzo por desentrañar las frases inconexas de su madre.

- ¡Cálla, hijo! ¡Esto no es asunto tuyo! ¡Limítate a hacer caso a tu padre! ¡Ese Vanargand Lobogrís no es trigo limpio, ningún norn que no empuñe una lanza o hacha lo es!

Skadi permaneció unos segundos en silencio, compartiendo risas inocentes y carcajadas por doquier hasta que se giró a su madre para preguntarle, corroída por la curiosidad, espoleada por un impulso desconocido y vibrante que se adueñó de su voz.

-¿Quién es Vanargand Lobogrís, madre?

Pero Onna clavó la húmeda y embriagada mirada en los ojos de su hija, temiéndose lo peor.

Se había olvidado de ella. Se había olvidado del riesgo.

Por unos instantes, todos los augurios, todos aquellos sueños se hicieron realidad en los ojos ingenuos de Skadi, sentenciados por la curiosidad prematura.

Su madre nunca le respondió, su madre nunca le dijo que, en las pupilas de esta, vio arder en llamas aquel resquicio maldito del pasado.”

viernes, 14 de junio de 2013

El Fantasma de Wychmire (Presentación de la trama)

[ Esta es la introducción a la trama del Fantasma de Wychmire. A lo largo de estos días iré publicando el resto de textos que he escrito para que os hagáis una idea de lo que tengo planeado de cara a los eventos. ;) ]


Me llamo Caileen y durante dos generaciones de sylvari he protegido la Arboleda y al Árbol Pálido.

Soy una guarda. Mi trabajo consiste en defender a los sylvari que se esparcen como el polen por el Bosque de Caledon: mercaderes, pimpollos, artesanos e incluso inaudibles.

Durante años mi vida ha sido así. Sin embargo, hace poco todo cambió. En las inmediaciones de la Pérgola del Crepúsculo tuvo lugar una masacre; los cortesanos y nuestros guardas no se enfrentaban entre sí, sino que luchaban contra otro enemigo: el Fantasma de Wychmire.

Solo hubo un superviviente, un pimpollo desconocido que estaba sumido en un profundo Sueño sin Sueños y que desapareció a la mañana siguiente. Desde ese momento, me consagré a la causa de la buscarlo: creo que él es la clave para comprender la matanza que se conoce como «la Siega del Cosechador de Sueños». Hasta podría ser el mismo Fantasma de Wychmire.

¿Que qué es el Fantasma de Wychmire? Algunos dicen que es el alma de un Druida de los Páramos de Maguuma; otros piensan que se trata de un sylvari que ha ido más allá de la Pesadilla y del Sueño. Yo no me trago ninguna de esas historias: el Fantasma de Wychmire no es más que un loco peligroso que ataca a la Corte de la Pesadilla y a los transeúntes por igual.

En todo este tiempo mi investigación apenas ha progresado. No obstante, recientemente hemos hallado a un creciente número de sylvari por todo el Bosque de Caledon durmiendo el Sueño sin Sueños; el mismo que experimentó aquel pimpollo al que encontramos tras la Siega.

Entre los guardas mi credibilidad se ha visto minada. Hay un patrón, pero tan solo yo lo veo. Carezco de apoyo para hacerme cargo de esto sola y las víctimas cada vez son más abundantes. Por eso os pido auxilio a vosotros, aventureros: esta oleada de sylvari sin sueños pronto será una epidemia.

Ayudadme a cortar esta mala hierba de raíz. Ayudadme a detener al Fantasma de Wychmire.

Caileen, Guarda del Bosque de Caledon.

miércoles, 12 de junio de 2013

Vacaciones en el Mar...del Pasado

Muchos son los entuertos y sufrimientos, desafios y tormentos, pero todo héroe necesita de un descanso, un lugar donde retirarse a lamerse las heridas y recapacitar, donde su alma halle solaz y su cuerpo relax. Allí fueron entonces los hermanos, la manada se reunió en las costas del sol austral. Guiados y atraídos por una promesa, sin embargo, no todo era sol radiante y aguas cristalinas, una sombra amenazaba la tranquilidad, pero como su espiritu es inquebrantable, aquello no era más que un desafio. Desafio que comenzo con una prueba, instalados, despojados de las ropas de invierno, apenas cubiertos sus endurecidos cuerpos, dejaron a la luz tatuajes y cicatrices, luciendolas con orgullo, músculo y curvas, sensualidad y fuerza. Entre risas, bebidas y comentarios, el juego comenzaba, la diversión se instalaba en unos corazones que necesitaban de alegria, de reir, de vivir la vida y exprimirla. Y a ello se entregaron, empezando con bebidas, corriendo al agua, emparejados como dos colosos, uno encima de otro, manoteando entre ellos por la supremacia. Otros riendo desde la playa, observando, sin embargo, un fatal golpe del desatino dio lugar a una mala experiencia, que con todo, fue una anecdota. Y entonces, como lobos, acecharon a su presa, ligera y grácil, saltando y rodando, esquivando las acometidas, riendo como niña, el resto sudando lo suyo pero alegres en su empeño. Fue atrapada por voluntad propia llevandose a uno de sus acechantes, por eleccion y gusto propios, si caes...cae en buena compañia. Probando tambien el refrescante contacto del agua en su piel. Y llego parte del desafio, como el Destino, lento e inexorable, el pasado vuelve y acecha con sus sombras ahogarnos en las oscuras tinieblas de nuestra carga. Una carga como la que se hallaba hundida, tiempo ah, perdida y sin embargo encontrada por un mapa, mientras piratas sanguinarios andaban a la zaga. Una gran bestia acechaba, deseosa de carne y sangre, mientras los lobos se remojaban de nuevo en pos de su premio, obtuvieron otro tras una frenética lucha, con dos trofeos, saliendo de las aguas, llegaron los chacales para arrebatarles su esfuerzo. Pero no lo obtuvieron, salvo acero y fiereza, lucha enconada que se saldo con sus muertes, salvo un inteligente que echó a correr nada más empezar todo. Oro, joyas y partes de un artefacto, casualidades en un adorno simple enganchado que resolvio un acertijo no formulado. Un emisario fue enviado, veneno en la sangre y en las palabras, amenazas veladas y directas, un peligro atronador en forma de cañón. Un visitante inesperado y no deseado, furia dorada del pasado encarnada en el presente. Fuego ardiente, rabia contenida, una muerte pendiente de la senda recorrida. Librado ese momento, todo se recondujo, lentamente hacia un curso determinado por la voluntad de acabar lo comenzado. Dispersados, trabajaron separados en una meta común, embarcados en una pequeña nave, fueron llevados hasta las rocas del comienzo. Allí, dispuestos, dispusieron sus movimientos, entre fuego y explosiones, el campo de batalla elegido. El señor de los piratas, enemigo ancestral, con enigmas sin responder, apareció salvaje y terrible, con un gran mandoble y armadura erizada, soportando heridas y luchando con brutalidad, golpeando sin cesar y provocando el caos. Apenas podían contenerlo, la rabia en aumento, aunados los esfuerzos, la misma naturaleza dio su respuesta. Herido y debilitado, un relampago cayó fulminandolo. Sus ojos observaron a su enemiga, no fue su martillo quien le ajustició pero si una de las manos que lo empuñaron. Disfrutando de un merecido descanso en una travesía con su nuevo barco, auxiliados, llegaron a Arco del León para una nueva festividad. El sol brillaba, las sombras apenas asomaban y sí sus sonrisas y alegria, entre bebidas cantando por la vida.

El Segundo Sueño

[Esto ocurrió tras la posesión de Ulfric, unos días más tarde. Por algunos motivos ehm... particulares, mi fierecilla salvaje recibió una buena tunda. 
La poción en concreto que toma Skadi es un tónico elaborado por maese Urd :P para poder recordar los sueños y así dejar que Orfilia se instale en ellos y le muestre sus secretos]


Se levantó en mitad de la madrugada, sin saber porqué.

La luna brillaba a través los cristales cubiertos por la escarcha y de la hoguera central de la heredad, solo quedaban los restos. Cenizas se había despertado casi al mismo tiempo que Skadi, inquieto, alarmado por el desazón que embargaba a su compañera norn. El lobo siempre había tenido un vínculo muy especial con ella.

Recuerda que contempló el cuerpo de Vanargand dormido profundamente entre las pieles, perfilado por la luz etérea e irreal. Fue entonces cuando la memoria de aquellos ojos glaciales y sin vida la golpeó con tanta fuerza que a punto estuvo de gritar a pleno pulmón. Evocar lo ocurrido desentumece las heridas; y ahora duelen más que nunca, casi tanto como la brecha abierta en su férreo orgullo.

Deja caer la cabeza en la almohada de plumas e intenta conciliar el sueño. Pero cada vez que cierra los ojos, aquella mirada sigue allí y le habla con gélido desdén, recordándole cada uno de sus numerosos defectos. Se ahoga, no puede respirar, un nudo se ha instalado en su garganta y cada bocanada de aire es un suplicio, un infierno.

El reflejo de la luz sobre algunos de los muebles hace que le venga a la mente la figura de Orfilia, pálida y reluciente como la misma luna llena. Y eso le consuela.

La estela albina de las pieles hondeando a su paso y la cadencia pausada y dulce de sus palabras. Sabe que Vanargand recela del mundo de las nieblas y con razón; pero ahora el mundo onírico la seduce, como panacea de la realidad y bálsamo para sus heridas infectadas. Alcanza el frasco que el chamán de regaló y le da un sorbo.

Es un líquido espeso que se queda adherido a la garganta y sabe a frambuesas y romero. En unos segundos, un delicioso estupor se hace dueño de su mente y la emborracha. El alivio es tan súbito y el sopor tan exquisito que Skadi teme depender día a día del espíritu de su abuela para conciliar el sueño.

Ahora el miedo le resulta un sentimiento lejano y ajeno.

¿Por qué tenía tanto miedo?

¿Por qué se sentía tan humillada?


El placer embota sus sentidos y borra las huellas lentamente de lo sucedido hasta que no queda nada. Y entonces sueña.

Una niña menuda de cabellos castaños y embutida en pieles la toma de la mano y sigue su paso a regañadientes.

-Siempre me traes hasta aquí para nada. ¿Qué tiene de especial este sitio? ¡Mamá! ¿Me escuchas? Estoy cansada y Blanquita tiene sueño.

Blanquita es un oso de lana con botones por ojos y relleno de hierbas aromáticas que la joven Onna arrastra por donde va.

-Mamá, no lo entiendo. ¿Me vas a decir porque venimos hasta aquí cada semana? No hay nada que cazar y hace frío…

Orfilia sonríe paciente y Skadi cree que el corazón se sale de su pecho por la emoción, casi le entran ganas de llorar de alegría; supone que aquella sonrisa dulce y pícara al mismo tiempo, aquella sonrisa sutil que remarca sus hoyuelos, es la que le hubiese dedicado a ella también si hubiese podido conocerla.

El camino le es familiar. Laderas nevadas que no parecen tener fin y árboles muy altos que se mantienen imponentes y hermosos contra el viento, como guardianes del más allá.

Intenta verse a través de los ojos de Orfilia, pero solo alcanza a ver algunas piezas desteñidas del color más puro que jamás había visto. Entre la nieve, su abuela podría confundirse con el bello espíritu de una loba blanca.

Al fin llegan a su destino. Una colina por encima de las demás, desprovista de árboles o alguna construcción especialmente reseñable. Desde aquella colina nevada se pueden ver las imponentes montañas de piedra y la sombra de una heredad a la falda del montículo, resguardada y con las luces encendidas.

Skadi cree reconocer el lugar, ahora convertido en ruinas y azotado cruelmente por el paso del tiempo. Es la heredad de Vanargand, solo que con un aspecto reluciente y bullendo de vida.

-Mamá, Blanquita odia este sitio.

Onna se deja caer de culo en la nieve y se distrae arrancando hojas de un arbusto cercano para hacer una capa con estas a la paciente osa de trapo.

-Ya lo sé, cariño, ya lo sé. Pero Mamá necesita venir aquí.

-¿Por qué? Hace frio. ¿No quieres volver a casa?

- Porque este lugar es mágico, mi pequeña Onna. Tú quizás no puedes verlo, pero en él todos mis sueños, los más perdidos y traviesos, se arremolinan y toman forma. A mamá le gusta contemplar sus sueños perdidos aunque solo sea por unos breves instantes.

La voz de Orfilia rezuma melancolía y es tan tierna, que le entran ganas de abrazarla con fuerza.

- ¡No lo entiendo! ¿Por qué no dejas de mirarlos y vas a buscarlos? Solo están perdidos, seguro que la nieve los confundió. ¡llámalos! ¡Sueños, sueños, venid aquí con Mamá para que podamos irnos a cenar!

Onna se pone en pie de un salto con sus piernas regorditas y comienza a exclamar ayudada de las manos. Parece realmente empeñada en buscar esos sueños traviesos, aunque aún no sabe muy bien que son. En su mente infantil se parecen a Blanquita y juegan en aquella heredad que su madre observa.

- No puedo, Onna… pero yo me conformo con mirarlos. Aunque cada vez es más difícil dejar el lugar. Pero yo lo hago, lo hago por ti y por blanquita, por nuestra cena, para que no estéis solas.

Orfilia le ofrece otra sonrisa a su hija y aunque esta no comprende la situación, parece conformarse con eso. Se conforma con que no volverá a ese horrible lugar hasta dentro de siete lunas y que su madre, parece repuesta y contenta. Le gusta cuando sonríe y su madre la mira; cuando la mira de verdad y no parece estar con sus ojos del color de la miel perdidos en cualquier otro lugar; un lugar inalcanzable incluso para ella.

A Skadi entonces no parece importarle porque están frente a la heredad de Vanargand, si no que también se conforma, igual que la joven Onna.

Orfilia ha hecho de los sueños rotos un escudo, un escudo de cristal muy hermoso que brilla con la aurora igual que un diamante. Un escudo que se desquebrajará con los años y acabará con su vida.

Pero igual que el devenir de la vida y la naturaleza constante del bosque, el escudo tiene una belleza limitada que lo hace único. Piensa sobre si ella será capaz de recoger los trozos de su orgullo y hacer algo parecido, algo tan precioso a lo que aferrarse.

Poco a poco la imagen de madre e hija volviendo sobre sus propios pasos se desvanece y la nieve se superpone con techo del lugar.

Esta vez, cuando despierta, no tiembla ni grita. Tan solo recuerda, nada más abrir los ojos en la oscuridad, haber visto algo familiar en el fondo del baúl de Ulfric.

Una osa de trapo, ajada y sucia, que ya no huele a hierbas aromáticas.

domingo, 9 de junio de 2013

¡Los sylvari invaden el Refugio del Lobato!

En los próximos días, el Refugio del Lobato se verá inundado por una nueva legión de pobladores: tienen zarzas, espinas y ramas, y vienen dispuestos a echar fuertes raíces en la tierra.

Dentro de muy poco os hablaré del clan sylvari cuyo trasfondo estoy desarrollando con mimo. El nombre ya está elegido, y actualmente Skadi y yo estamos dedicándonos a perfilar a nuestros personajes, por lo que nos veréis publicar relatos sobre los mismos muy pronto. ^_^

Solo puedo deciros que la trama de obertura para esta nueva hornada de pimpollos estará sembrada de misterio, de magia feérica y de penumbra a partes iguales. Mientras que la historia de la Manada Lobo Invernal versaba acerca de la recuperación de un pasado glorioso, esta nueva hermandad, la Guardia Pálida, lidiará con los efectos de una desagradable condición del Sueño sylvari: la Pesadilla.

No puedo adelantaros más. Si os pica la curiosidad, id siguiendo el blog a lo largo de estos días. ;)

Un saludo.

lunes, 3 de junio de 2013

La Hoja de Álamo

Le llamó poderosamente la atención por el broche que unía la capa sobre sus hombros: una exquisita hoja de álamo en plata, primorosamente tallada.

Ya lo había visto antes en otras ocasiones, los escaldos saben llamar la atención. Lo llamaban Fauces de plata y Thorleif era su nombre. Conocido pendenciero como todos los de su clase, a Skadi no solían infundirle confianza.
Ella comprendería que el gusto de la vida por las situaciones irónicas es infinito. Pero aquella noche, la hoja de álamo reflejaba los destellos de la hoguera y captó irremediablemente su interés. Por primera vez, lo miró.

Skadi seducía igual que cazaba, con ingenio y presteza.
Aquel era su hogar, su taberna, de algún modo, igual que los bosques conocidos como la palma de su mano; jugaba con ventaja, jugaba en casa.
La cazadora estaba libre de las convenciones sociales y no tuvo pudor entonces para invitar a Thorleif a una jarra de cerveza. No importaba el precio, solía conseguir lo que se proponía.

Tras un par de horas, Skadi reía escandalosamente a los agudos comentarios del artista y se inclinaba al hacerlo, regalándole una mirada a la pálida y generosa curva de sus pechos.
Fauces de Plata trataba de ganarse a la joven con palabras atrevidas y comentarios oportunos, regalándole los oídos cuando tenía la oportunidad.

A ella le encantaba incitar, tentar. En los momentos previos a la conquista, se sentía poderosa. Era la misma sensación que cuando apuntaba con su arco y sabía que la presa estaba a tiro. Una sensación excitante que hacía vibrar cada fibra de su ser.

Llegó el momento de marchar y Skadi lo empuja con el hombro al pasar, aunque no ha bebido tanto como para tropezar. Thorleif dice que esa noche se siente con suerte y sigue la estela de sus rizos del color de las llamas como quien sigue la cola de una estrella fugaz; devoto. Las curvas de la cazadora son hipnóticas, porque sabe moverse con gracia y hace que cada gesto sea una ofrenda al arte.
Piensa en escribir sobre ella y tan desconcertante resulta su marcha, danzarina y presta, que no ve a tiempo cuando una maza cae sobre su cabeza.

El escaldo está inconsciente y los tres hermanos de Skadi se encubren los unos a los otros para dejar, sin sospecha, al borde del lago, a aquel pobre desdichado que amenazaba con desflorar a su dulce y tierna hermanita.
Cuando estos se marchan, Skadi recorre el mismo camino hasta el norn desmayado. No hay remordimientos en sus ojos cuando se agacha frente a él y le quita el ansiado abalorio: aquel hermoso broche de plata que había captado su atención y que estaba dispuesta a conseguir. Porque Skadi siempre conseguía lo que se proponía, no importaba el precio.

En años posteriores, Thorleif Fauces de Plata no solo perdonó a la joven sin escrúpulos, si no que además se ganó el placer de hundir sus dedos en aquella mata de rizos sedosos. Pero esa es otra historia, su historia favorita.

domingo, 2 de junio de 2013

Las eróticas aventuras de Bjorn el Oso

Hoy voy a hablaros de un guerrero apuesto,
el mejor de entre los héroes y poetas:
Bjorn, consumado chupador de tetas
y bebedor siempre en el primer puesto.

Muchas de sus hazañas son contadas;
¡a sablazos derrotó a cien mil fieras
de firmes y redondeadas posaderas,
todas ellas en distintas posadas!

¿Y sabéis por qué su saga es famosa?
Lo diré con la certeza más seria:
¡confundió a su mujer con una osa!

Y así acaba, amigos, esta historia
de Bjorn y su existencia, lujuriosa
hasta donde recuerda mi memoria.

—¿Vanargand Lobogrís?

O bien tengo una admiradora que me tiene en muy alta estima (y que es muy diestra con la pluma, todo hay que decirlo), o bien compuse este soneto tras una noche de celebración particularmente borrosa que no sé si quiero que regrese a mi memoria.

Me inclino por esto último. «Las eróticas aventuras de Bjorn el Oso» son un diamante en bruto. Quizá escriba una segunda entrega si mi audiencia las aclama.

sábado, 1 de junio de 2013

La confesión de Furiavolcán

Escrito por Seetha Furiavolcán. Traducido por Seven Dei. Comentado por Vanargand Lobogrís.

Cuando recibas esta carta probablemente ya te hayas enterado por otros medios de mis logros. No te escribo para informarte, ni tampoco para congratularte o darte las gracias; si te envío este mensaje es para jactarme de mi triunfo y para recordarte lo infeliz y triste que eres.

Quizá ya hayas oído hablar de Steinleif: está muy en boca en las Colinas del Caminante últimamente. Sé que aquellos como tú os reís de todo lo que no podéis ver. Una minúscula Rata como yo es invisible a vuestros ojos; pasa desapercibida y puede escuchar a hurtadillas, porque aunque esté presente es tan insignificante y necia que nadie repara en ella.

¿Recuerdas cuando era una cachorra? Asesinaron a tu compañera, la mujer que amabas, y tú me aseguraste que volverías a por mí que me sacarías de allí. En aquel momento no lo entendí; me contaron que eras un traidor a la Legión de la Llama, un espía y un felón. En cuanto tuve edad, me pusieron a trabajar entre fogones: era una cocinera, una rata, una inútil. No voy a regodearme en mi miseria, ese no es el propósito de mi carta, pero quiero que comprendas bien por qué te odio y que lo tengas en mente: durante más de diez años esperé que vinieras a sacarme de allí, pero tú jamás apareciste. No tardé en comprender que los padres de los charr se desentendían rápido de sus hijos allá en la Ciudadela Negra.

Escapé, ¿lo sabías? Pensé que debía salir de allí, romper con mis cadenas, y buscarte. Asesiné al compañero con quien iban a aparearme y huí en mitad de la noche haciendo uso de las habilidades mágicas que había aprendido por mi cuenta. En aquel momento no era más poderosa que un asqueroso diablillo de fuego de la peor ralea, pero hoy… si estás leyendo esto es porque has sido testigo de mi poder. He domado a Steinleif. Y he destruido todo lo que eres.

Quise crearme un nuevo destino en vuestra sociedad. Era una gladia, sin escuadra y sin honor. Seguía siendo una miserable rata, solo que en lugar de estar condenada a las cocinas ahora tenía libertad para moverme, pero de igual modo era invisible e insignificante. No fue hasta que llegó esa norn de mirada resuelta que me sentí importante por primera vez en toda mi vida.

Me dijo que buscaba algo que no existía, y yo me acordé de mis incontables noches al abrigo de una vela rezando, deseando furiosamente algo que tampoco existía: a ti, padre. Me ofreció una buena cantidad de dinero, todo hay que decir, a cambio de que le prestase mi ayuda en una alocada misión: en Hoelbrak todo el mundo se mofaba de ella cuando hablaba de Steinleif, el tambor encantado, y en la Ciudadela Negra sus habladurías no habían sido acogidas con más entusiasmo. Yo, debo confesarte, al principio fui una escéptica: pensé que toda esa búsqueda era una estupidez; sin embargo, me pagó con oro y me dio pena. Así que accedí.

Estuvimos un mes entero deambulando perdidas por las Colinas del Caminante hasta que finalmente encontramos la cripta. Quizá encontramos no sea la palabra exacta; «se abrió» para nosotras, dijo esa norn, y yo estoy de acuerdo con ella. Ya habíamos registrado aquella ladera montañosa de arriba abajo y jamás habíamos visto esa gruta. Apareció de repente por arte de magia. Así que entramos, y con mi ayuda la norn pudo superar todos los desafíos de la prueba: venció a los guardianes y burló la trampa del sello de sangre.

Hay que decir a su favor que era talentosa y lista. Cuando entramos en la cámara mortuoria y abrimos el arcón, el tambor fue lo único que se llevó. Un tambor muy bonito, sí, decorado de antiguas runas y un tanto envejecido. Ese maldito tambor; yo me carcajeé entre dientes pues esperaba que no fuese más que una antigualla. Salimos de la cueva y trepamos a un monte cercano desde donde se podían examinar la verde y tupida fronda de las Arboledas Taigan.

Ella sostenía el tambor en sus manos, pero parecía ausente observando una heredad en la distancia. Estaba dudosa, y tenía una palma puesta sobre el parche de piel del tambor. Yo, entre divertida e incrédula, aproveché su despiste para tocarlo: tum, tum, tum. Tres veces lo hice sonar antes de que se diese cuenta y me mandase al suelo de un empujón. Y entonces… lo vi: fue magistral, hizo honor a todo lo que se dice en Tyria de los enanos. Las cordilleras retemblaron y una colada de nieve se precipitó por ellas; las bandadas de aves salieron despavoridas de sus perchas en los árboles y los alces corrieron desperdigados. Y la heredad… la heredad se sacudió también. Y empezó a desquebrajarse.

Comprendí mi error en aquel instante, aturdida y humillada a los pies de esa zorra norn. Me dejó ahí a mi suerte y desapareció como una sombra maldiciéndome entre dientes. Juró que si me volvía a ver me desollaría y se haría unas botas con mi piel. He soñado con ese día desde entonces, con sujetar entre mis manos a Steinleif. La busqué, pero no la encontré. La muy puta me dio un nombre falso: «Lobogrís», aseguró que se llamaba. Pregunté en Hoelbrak y en la mitad de las Colinas del Caminante y lo único que hicieron fue murmurar algo sobre una leyenda para niños o bien dirigirme con caras de indiferencia a un escaldo pedante y picaflor.

Así que desistí en buscar a esa «Lobogrís», pero no me rendí. Tengo tres atributos, padre: buena memoria, paciencia y tenacidad. Recordaba con mucho detalle los trazados de las runas de Steinleif y suponía que el hechizo que la imbuía estaría impreso en ellos. Traté de replicar la obra por mi cuenta, grabando esos símbolos en tambores normales, pero lo único que conseguí fue que el tambor explotase en mis manos. Pedí ayuda en la Ciudadela Negra para fabricar un tambor, y hablé con la Legión del Hierro, y ¿sabes qué? Se rieron de mí. Me preguntaron: «¿y cómo va a ayudar a ganar batallas a los charr una caja con eco dentro?».

A nadie le interesaba mi proyecto. Se pensaban que era un desvarío. Que había enloquecido. Había huido de las garras de la Legión de la Llama para ser despreciada de igual modo. Era otra vez una rata, o algo aún peor: una demente. Y a los dementes nadie los hace caso. Pasé años angustiada, buscando la forma de materializar mi sueño, de hacerme con ese poder y de demostraros a todos lo equivocados que estabais hasta que… llegó mi oportunidad.

Cuando me enteré de lo que planeaba la Alianza Fundida vi en sus maquinaciones la ocasión perfecta. Me disfracé como un hombre, me cubrí por una capucha y enronquecí mi voz; así engañé a una panda de dragas repugnantes diciéndoles que era un chamán. Me llevó tiempo ensayar el papel y falsificar los documentos, ¡pero fue tan entretenido! Conseguí que alguien entre los draga llevase a cabo mi proyecto e hicimos varios prototipos.

El primero, el «Proyecto Steinleif», fracasó estrepitosamente y fue abandonado en una vieja instalación draga. El segundo tuvo más éxito, pero era inmenso y los tremores que producía no llegaban a igualar la rabia que vi en el Steinleif original. El tercero, el único transportable, me lo llevaré esta noche. La coalición de la Alianza Fundida peligra y mi tapadera corre riesgo de ser descubierta. Me habría gustado hacer una cuarta réplica, aún más pequeña y armada con los glifos de poder de la Legión de la Llama, pero confío en que este tercero servirá: es la combinación de mi magia con la tecnología de esos topos ciegos. Tiene que funcionar.

Cuando leas esto, si llegas a hacerlo, posiblemente ya sepas lo que he hecho: pienso ir a la Ciudadela Negra e instalaré el tambor en un rincón, en un refugio tan maloliente y séptico en el que a ningún charr en su sano juicio se le ocurriría mirar. Esas son las ventajas de ser una Rata, después de todo: nadie conoce ni se metería jamás en tu nido. Así pues, cuando deje allí el tambor mecánico, me marcharé, y cuando esté bien lejos de la Ciudadela Negra lo activaré.

Si todo sale bien y el falso Steinleif cumple con su deber, asestaré un golpe muy duro a la Ciudadela Negra. Y si no, conseguiré de igual modo sembrar el pánico entre vuestras tropas e infundir coraje a las nuestras.

¿Por qué hago esto? Seguro que te lo estarás preguntando. Pues bien: me he cansado de ser una Rata, padre, de estar indefensa como una princesita humana esperando a que vengas a rescatarme. Nunca tendré éxito entre las legiones de la Ciudadela Negra, los elementalistas como yo somos despreciados; y la Legión de la Llama me esclavizaría y me devolvería a los fogones. Pero yo voy a probarles que están equivocados: les demostraré que soy una mujer digna de estar en primera línea, de combatir a los herejes como tú, de traer un nuevo orden a Tyria forjado en el yunque de la victoria y en las llamas de la destrucción.

Entonces, cuando atestigüen mi poder no tendrán otro remedio que ascenderme. Seré alguien importante, padre, y quiero que vivas para presenciarlo. Te encontraré y te haré sentir como yo me he sentido: insignificante, asustado e impotente. Ese será tu castigo.

Con odio eterno e incandescente,

Seetha Furiavolcán.

—De Seetha Furiavolcán, traidora confesa charr. El nombre del destinatario es desconocido.

Necesité de la ayuda de un experto para interpretar correctamente los ideogramas charr, pero mereció la pena. Este manuscrito es un testimonio viviente de muchas cosas: en primer lugar, de la turbulenta relación entre un padre y su hija; en segundo lugar, de cómo la marginación y el desdén pueden deformar las buenas intenciones de una persona; en tercer lugar, es una declaración de su culpabilidad, una apología monstruosa. Por eso le he dado este título.

La amenaza del falso Steinleif se terminó. Que este escrito sirva como símbolo de nuestra victoria: un triunfo pírrico con un regusto agridulce. No obstante, incluso los platos más amargos deben ser degustados; incluso las lecciones más duras deben ser aprendidas.

¿En qué momento cruzó Seetha la línea entre la esperanza de autosuperación y la búsqueda de poder obsesiva? No lo sé. Ojalá su última voluntad se cumpla y su padre lea este mensaje.

La Senda de los Espiritus

El viento azotaba el exterior de la heredad mientras sus ocupantes dormían, el fuego crepitaba exiguo en el hogar, danzarinas sombras mortecinas bailaban en el interior mientras un arrullo de ronroneos llenaban la estancia interrumpido ocasionalmente por el retumbar de los ronquidos de la única figura masculina del lugar. La calma reinaba en el interior mientras lentamente los ronroneos fueron cesando hasta desaparecer por completo, incluso los ronquidos acallaron. Lentamente una figura translúcida se fue formando, atravesando la pared de madera trabajada, una esbelta, pequeña y blanquecina figura a cuatro patas, a la que muchos pares de ojos miraban reverencialmente, se sentó en el medio, se lamio una pata y soltó un leve maullido que resonó como un repiqueteo de campanillas. Ambos abrieron los ojos, inquietos de alguna forma, mirando alrededor en la oscurecida heredad, todo estaba calmado en el interior de la casa, demasiado tranquilo. Los ojos brillantes, abiertos y mirando a todos lados, pronto se dieron cuenta qué es lo que ocurría, demasiado silencio...no estaban. No se oían sus patitas, ni sus ronroneos, nada en absoluto. Se levantaron a toda prisa, vistiendose con urgencia, era una emergencia y no determinaban aún la razón pero debía de ser grave. De repente, vieron un destello, se miraron y fueron raudos en esa dirección, la puerta. La abrieron de golpe, mientras una ráfaga de gélido viento se colaba, observaron de nuevo otro destello, plateado. Observando el suelo, cubierto de nieve, había un reguero de muchas y leves pisadas felinas en una dirección, la del destello. Sin pensarselo dos veces, salieron en pos de las huellas y el destello, que se repetía en la lejanía a intervalos regulares, abriendose camino en la espesa capa blanca. La inquietud daba paso a la incertudumbre pero a la curiosidad. Algo pasaba, estando ahora más tranquilos, pero no era grave. Fueron caminando de un lugar a otro, haciendo una larga senda hasta una cueva, en lo alto de una cascada, nada más llegar, allí dentro observaron por vez primera una ingente cantidad de figuras sentadas, una manada colosal reunida de gatos salvajes, todos mirando hacía un espacio vacío. Intrigados, permanecieron en silencio, asombrados al darse cuenta que los felinos se hallaban igualmente callados. Se produjo el destello, una vez, otra y otra... Todo se tornó grisáceo, apagado, una sensación de ligereza, el silencio se hizo más pesado, ahora ya no veían a los gatos, aunque sí muchas sombras translúcidas. Se miraron mientras inspiraban hondo, sabían muy bien dónde se hallaban, estaban en la Niebla. Ahora tenían una mayor idea de lo que ocurría, el espiritu del gato salvaje les había convocado, sin saber el motivo pero era importante ya que había reunido a su prole. Sin decir nada, esperaron, algo que no hicieron mucho, ya que en apenas unos momentos, aunque era dificil de determinar en la Niebla, apareció una figura plateada, etérea, de un felino, de pelaje esplendoroso, mirada intensa y gran presencia. Inclinaron ambos la cabeza en señal de respeto, lentamente un cordón plateado, luminoso se fue formando entre la figura del espiritu del gato salvaje y de Dhrae. El plateado gato, parecía que sonreía, observando a uno y al otro, maulló una única vez que resonaron como campanillas, al momento, el cordón fue vibrando y parpadeando hasta casi desaparecer, quedando un hilillo leve, a su vez se estaba formando un nuevo cordón, de aspecto distinto pero de igual tono, plateado desde el espíritu hasta Urdhrae. Un reconfortante ronroneo llenó el lugar procedente del espiritu, sus enigmáticos ojos observando fijamente a ambos para dar un zarpazo al aire y luego otro a una roca, los hermanos se miraron y miraron al espiritu, entendiendo. La figura del gato destelló de nuevo y ambos parpadearon, observando que se hallaban de nuevo en la cueva, sentados y en solitario. Todos los gatos se habían ido o casi, notando un movimiento en su regazo, Dhrae bajó la mirada hasta posarla en la menuda figura de un gatito blanco como la nieve, que empezó a ronronear, haciendola sonreir de oreja a oreja, emocionada. Urdhrae estaba callado, sumido en hondos pensamientos ante el cambio producido y el regalo hecho a su hermana. Habían recibido mucho del espiritu pero tambien tenían una gran tarea entre manos.