sábado, 1 de junio de 2013

La Senda de los Espiritus

El viento azotaba el exterior de la heredad mientras sus ocupantes dormían, el fuego crepitaba exiguo en el hogar, danzarinas sombras mortecinas bailaban en el interior mientras un arrullo de ronroneos llenaban la estancia interrumpido ocasionalmente por el retumbar de los ronquidos de la única figura masculina del lugar. La calma reinaba en el interior mientras lentamente los ronroneos fueron cesando hasta desaparecer por completo, incluso los ronquidos acallaron. Lentamente una figura translúcida se fue formando, atravesando la pared de madera trabajada, una esbelta, pequeña y blanquecina figura a cuatro patas, a la que muchos pares de ojos miraban reverencialmente, se sentó en el medio, se lamio una pata y soltó un leve maullido que resonó como un repiqueteo de campanillas. Ambos abrieron los ojos, inquietos de alguna forma, mirando alrededor en la oscurecida heredad, todo estaba calmado en el interior de la casa, demasiado tranquilo. Los ojos brillantes, abiertos y mirando a todos lados, pronto se dieron cuenta qué es lo que ocurría, demasiado silencio...no estaban. No se oían sus patitas, ni sus ronroneos, nada en absoluto. Se levantaron a toda prisa, vistiendose con urgencia, era una emergencia y no determinaban aún la razón pero debía de ser grave. De repente, vieron un destello, se miraron y fueron raudos en esa dirección, la puerta. La abrieron de golpe, mientras una ráfaga de gélido viento se colaba, observaron de nuevo otro destello, plateado. Observando el suelo, cubierto de nieve, había un reguero de muchas y leves pisadas felinas en una dirección, la del destello. Sin pensarselo dos veces, salieron en pos de las huellas y el destello, que se repetía en la lejanía a intervalos regulares, abriendose camino en la espesa capa blanca. La inquietud daba paso a la incertudumbre pero a la curiosidad. Algo pasaba, estando ahora más tranquilos, pero no era grave. Fueron caminando de un lugar a otro, haciendo una larga senda hasta una cueva, en lo alto de una cascada, nada más llegar, allí dentro observaron por vez primera una ingente cantidad de figuras sentadas, una manada colosal reunida de gatos salvajes, todos mirando hacía un espacio vacío. Intrigados, permanecieron en silencio, asombrados al darse cuenta que los felinos se hallaban igualmente callados. Se produjo el destello, una vez, otra y otra... Todo se tornó grisáceo, apagado, una sensación de ligereza, el silencio se hizo más pesado, ahora ya no veían a los gatos, aunque sí muchas sombras translúcidas. Se miraron mientras inspiraban hondo, sabían muy bien dónde se hallaban, estaban en la Niebla. Ahora tenían una mayor idea de lo que ocurría, el espiritu del gato salvaje les había convocado, sin saber el motivo pero era importante ya que había reunido a su prole. Sin decir nada, esperaron, algo que no hicieron mucho, ya que en apenas unos momentos, aunque era dificil de determinar en la Niebla, apareció una figura plateada, etérea, de un felino, de pelaje esplendoroso, mirada intensa y gran presencia. Inclinaron ambos la cabeza en señal de respeto, lentamente un cordón plateado, luminoso se fue formando entre la figura del espiritu del gato salvaje y de Dhrae. El plateado gato, parecía que sonreía, observando a uno y al otro, maulló una única vez que resonaron como campanillas, al momento, el cordón fue vibrando y parpadeando hasta casi desaparecer, quedando un hilillo leve, a su vez se estaba formando un nuevo cordón, de aspecto distinto pero de igual tono, plateado desde el espíritu hasta Urdhrae. Un reconfortante ronroneo llenó el lugar procedente del espiritu, sus enigmáticos ojos observando fijamente a ambos para dar un zarpazo al aire y luego otro a una roca, los hermanos se miraron y miraron al espiritu, entendiendo. La figura del gato destelló de nuevo y ambos parpadearon, observando que se hallaban de nuevo en la cueva, sentados y en solitario. Todos los gatos se habían ido o casi, notando un movimiento en su regazo, Dhrae bajó la mirada hasta posarla en la menuda figura de un gatito blanco como la nieve, que empezó a ronronear, haciendola sonreir de oreja a oreja, emocionada. Urdhrae estaba callado, sumido en hondos pensamientos ante el cambio producido y el regalo hecho a su hermana. Habían recibido mucho del espiritu pero tambien tenían una gran tarea entre manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario