sábado, 18 de mayo de 2013

La cabalgada de los lobos...

Por Dhraerya Gurnhail.

La vida fluye, el alma profundiza y hunde sus raices en la complejidad, enriqueciendose. Los cambios traen cambios, las experiencias nos moldean y forman como los elementos lo hacen con lo que nos rodea. El tiempo rueda, golpeando ritmicamente como un tambor, presente pero invisible, esquivo pero asomando su sombra por cada esquina. Un riachuelo, un pequeño rio y varios torrentes, lentos y tímidos, perdidos ya ajenos se fueron moviendo, a un ritmo creciente, parando de vez en cuando pero retomando su impulso, confluyendo unos con otros. Las estrellas se pararon a observar, un aullido como eco se escuchó en la lejanía, se fue repitiendo y un rumor de patas fue cada vez más en aumento, resonando. Cambios, sueños, un presagio, un mensaje, trotando uno tras otro, buscando, una sombra que cobraba forma, moldeandose, esperando. Diversos pelajes, miradas, esperanzas y sueños, la misma certeza y firmeza, aunque el pasado clavase sus garras, el corazon responde con los lazos de hermandad haciendo avanzar. Ni fuego ni metal, ni amenazas del pasado ni ecos lejanos, frente a frente, en silencio primero, fiera su determinación, bajando entre nubes de nieve saltando por sus zancadas, la manada caía hacía las profundidades, prestas sus fauces y garras, latiendo la sangre al son de su avance. En la oscuridad, en la negrura bajo la montaña, un insulto, un desafio zafio, una burla, una afrenta y un daño. Entre acero, convicción y aullidos, la sangre fue derramada, el enemigo vencido. El bullir de un coro lobuno, alzando sus voces, juntas, frente a otras que buscaban su orgullo, su ser, su unidad con el todo. Los barrotes rotos, las cadenas abiertas, la mancha borrada y destruida. Triunfantes, cansados, magullados, alejados del peligro, se observaron y entonaron su coro de aullidos, aun no había acabado todo, había cargas llevadas desde hace tiempo, misterios nuevos, dudas y peligros. Y entre todo, una luz, unas patas que se unían a la manada, un gesto, un regalo, jamás unos ojos cerrados habían significado tanta entrega. El río crece, aun siendo muchas aguas juntas, no está dividido, comparte más, crece junto, alimentandose unos de otros. El camino sigue...

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