jueves, 29 de agosto de 2013

Ecos del Pasado I

El repiqueteo del andar mecánico de los operarios resonaba por la estancia. Apenas tenía luz, agua o comida, sin embargo, aquella enorme soledad sobrecogía a su pequeño corazón. Muy abierto los ojos, temía la llegada de sonido, porque aquello era sinónimo de dolor. Hablaba y pedía a los espiritus, el que fuera, que no se acercasen pero que tampoco pasaran de largo un poquito. Porque no muy lejos estaba su hermanito Urd, y le hacían cosas muy malas, podía oirle gritar y sabía que él podía oirle gritar a ella. Unos pasos se acercaron, pasaron de largo y se pararon cerca de allí, enseguida gritó y aporreo la pared o la puerta, no sabía dónde, pero prefería que le hicieran daño a ella, que la pincharan, que la tumbaran en aquellas camas raras a observarla. Quería que dejaran en paz a su hermanito, sin embargo, escuchó un poco, porque rara vez hacían caso y se quedó extrañada de tan sólo escuchar un murmullo. Estaba sentado, quieto, con los ojos fijos, serio, mirando al vacío, entonces llegaron esos pasos del dolor. La luz entró, iluminando el lugar y cegándole a él. Formas, voz y movimiento le eran familiares. Una gran mano poderosa, fuerte, masculina, acarició su cabeza y una portentosa figura se sentó a su lado, colocandolo en sus piernas, alzandolo y moviéndolo como si fuera un muñequito. -¿Qué cuento quieres oir hoy Urdgaard? -¿Dónde está Dhraerya? -En su cuarto, hoy sólo te puedo ver a tí -¿Porqué? -Porque ellos así lo deciden y no puedo hacer nada. -Cuentame sobre las montañas, de dónde venis mamá y tú. Hace mucho tiempo, vivíamos un gran grupo de Norns, algo alejados pero no desvinculados del resto. Cada cual se dedicaba a lo que sabía, nos reuníamos para oir historias y beber. Pero hubo un gran mal, el mal del dragon Jormarg. Y tuvimos que ir al sur. Allí se decidió hacer un gran sacrificio, aunque algunos por dentro tenían reservas. Nos dedicamos a ayudar a los demás, a hacer grandes cosas y todos dábamos un único nombre. Pero las peleas, los rencores y cosas que aún no comprendo, los dividieron. Algunos se marcharon, otros continuaron, aunque no era lo mismo. Y algunos se distanciaron, sin irse pero sin estar. Aunque finalmente buscaron su camino, aguardando. -Oh, ¿y tú cuál eras, y mamá? -Ninguno, eso fue hace mucho, pero la familia de mamá se quedó y mi familia es de la que se distancio, ahora aguardo. -¿Y mamá no aguarda? -Mamá sabe pero no recuerda. -¿Cuando me contarás otro cuento? -Pronto, he de irme. Sé fuerte, como tu hermana. La rutina era invariable, dolor, experimentos, pruebas, gritos, lucha. Querían algo pero no terminaban de encontrarlo, aunque ponían mucho cuidado de no desviarse. A ella la obligaban a luchar, a Urd le ponían cerca de un aro, un arco o algo así que relucía mucho de forma rara. Se preguntaba porqué no venía mamá, porqué venía tan poco papá, porqué hablaba tanto con Urd. Unos pasos se acercaron y su padre entró, sonriente. -Papá...¿porqué...? -Shss Dhraerya, eres fuerte. Eres la mayor, por eso. -Pero... -Confía en mí. Ellos escuchan... -jajaja, papá para...cosquillas...jajaja -Haz caso, prepárate, hazte fuerte como la Osa, astuta como el gato salvaje. -¿Yo? -Tú puedes, eres la que puedes. Un día serás más fuerte que yo -Pero papá..tu eres como una montaña... -Las montañas no son eternas. Toma...y confía. -mmm...dulce y un peluche...mmm Cerró los ojos, tomando aire, mientras sentía que muchos ojos estaban pendiente suya, evaluandolo, judgándolo, espiandole, tentándole. Pero no podía traicionar a los que habían sido sus protectores y ancestros, no podía revelar lo que sabía. Le dolía en el alma ver a sus hijos de esa forma, sabiendo que no podía actuar de ninguna otra manera o sería el fin. Aquello le costaría mucho, seguramente no descansaría en la Niebla, pero el ahora es lo que importaba en ese momento. Había huído de una doble persecución, se había refugiado allí metiendose en una gran trampa de la que no podía escapar. Y sin embargo había hallado más de lo que esperaba, ahora tenía muchas más responsabilidades. La seducción de aquella Norn había sido un mandato, pero uno con gran placer, porque sentía en su interior un eco resonando.Le dolía y torturaba el hecho que la traición habría de separarles. Esperaba poder contarle algun día, pero por ahora sólo había engaños, frialdad, distancia. Tampoco podía acercarse demasiado a sus hijos. Tan sólo más a Urdgaard, pero por las pruebas, para tenerle bajo control. No era un chamán, pero su pequeño sí llegaría a serlo, cercano a los espiritus, a la Niebla, el gato salvaje le había elegido.

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