martes, 27 de agosto de 2013

Ecos del Pasado II

Una vez más el día había resultado agotador, las pruebas y luchas eran intensas y dolorosas. Había oído a Urd gritar de nuevo, y eso la ponía cada vez más y más rabiosa. Había crecido, mucho, incluso comenzaba a tener esas formas parecidas a su madre. Su padre se había sorprendido e incluso se llevo una mano dolorido al hombro cuando le golpeó sin querer. Los asura no hacían mas que observarla, revisarla, ponerle inyecciones, la comida era cada vez peor. Pronto, se decía, pronto se iría de aquél horrible lugar. Estaba aprendiendo algo de forja, aquella armadura le resultaba incómoda y le rozaba por todos lados.Los hombres comenzaban a mirarla raro y no le gustaba. Ahora estaba descansando, mientras su padre le contaba cosas de Hoelbrak y las montañas del norte. Finalmente se levantó y fue a ver a Urd. No le deseaba a nadie lo que estaba pasando, habían incrementado o modificado algo, estaban como locos. Estaba agotado, dolorido, pero contento. Había visto a los espiritus de los que le hablaban tanto su padre como su madre. Había hablado con ellos unos momentos, sabía que por fin era a lo que debía concentrar sus fuerzas, sería chamán, había tenido muchas visiones, muchas que le daban miedo y no entendía. Pero sabía una cosa, el tiempo había acabado, la hora había llegado, pronto sucedería. Su padre entro a verle, le pidió algo muy raro. Quería que se cambiara el nombre, que guardara el suyo. Sabía que su nombre significaba señor del dominio, de la heredad. Había de ser el señor, el guía de Dhrae...o guía de las espiritus guardianes, que era lo que significaba el nombre de su hermana, doncella guerrera espiritual. Y le confesó algo más...vendría alguien, un familiar suyo. Cuando apareciera, entonces volvería a usar su nombre. Se reunio con su primo, debía de marcharse, llegaba el momento. Oculto en una zona segura, no podía ausentarse demasiado. Allí hablo con Hidar, el nombre que usaba su hermano Idargaard. No podía contarle mucho porque estaba junto a la familia separada de la manada, razón por la que casi siempre decía que no tenía hermanos, pero no podía dejarlo en otras manos, ya que no tenía tiempo y sus hijos eran muy jovenes. Le encargó que vigilara a Ikhara, que cuidara de ellos y sus hijos a distancia. Que averiguara todo lo posible sin que se enterara y les hiciera llegar su legado a sus hijos. Aunque a regañadientes acepto, se separaron y emprendio el viaje a Linde. Allí sabía que moriría, pero lo había dispuesto todo y no podía pedir más. Con una risita, terminó de desajustar las piezas y sensores, anulando gran parte del sistema de seguridad, esperando al momento, Hidar, se acomodó en un rincon a observar. Y no tuvo que esperar mucho, pues su sobrina estallo de furia, al enterarse de la muerte de su padre, ya era muy grande y fuerte, entre los combates, las pruebas y la forja. La Osa le brindó su fuerza y forma, mientras su sobrino Urd guiaba su espíritu como buenamente podía. El destrozo que estaban causando era mayúsculo, y se divertía con las explosiones auxiliares que provocaba. De paso eliminaba pruebas de sus actividades, las de su familia, la existencia de sus sobrinos e Ikhara. Le había prometido a su hermano que los cuidaría, pero una vez que estuvieran a salvo y bien, no prometía nada sobre los mandatos de la familia. Los B, estaban primero, lo ocurrido no podía ser olvidado ni perdonado así como así. Una vez fuera del complejo, lo hizo estallar por completo, asegurándose que sus sobrinos encontraran refugio. Escribió un mensaje para Ikhara, avisandola que Urd estaba enfermo y arreglandolo para que Dhrae llegara bien a Linde.

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