miércoles, 21 de agosto de 2013

Reliquias de la Manada

En sus más de dos siglos de vida, la Manada ha acumulado y preservado un gran número de reliquias sagradas norn. Algunas nos han sido donadas en condición de regalos; otras los obtuvimos derramando la sangre de aquellos que se oponían al bienestar del pueblo norn.

Tras la segregación del clan, muchos de esos artefactos se han extraviado. No obstante, con el tiempo los ulfhednar de esta generación hemos ido recobrando algunos de ellos.

Aquí haré un listado de las reliquias que han pertenecido a nuestra noble manada.

Steinleif, el Tambor del Cazatormentas

La leyenda de Steinleif es bien sonada, nunca mejor dicho, entre los descendientes de la Manada. Steinleif era un tambor de la más alta orfebrería enana dado en prenda y como gesto de amistad al primero de todos los ulfhednar: Ulfric el Cazatormentas.

El Tambor del Cazatormentas fue fabricado por uno de los legendarios artesanos del pueblo enano. Su valor no reside únicamente en su filigrana de oro ni en la calidad de sus pieles; Steinleif lleva impresa la rúbrica de su artífice: una colección de runas encantadas que están grabadas en el forro interno de su caja de resonancia. Es precisamente esta inscripción la que le confiere a Steinleif sus singulares habilidades.

Se dice que Steinleif podía causar desprendimientos en las montañas y provocar hendiduras en la tierra a placer; se dice que podía hacer temblar los cimientos de una heredad hasta convertirla en polvo y escombros; se dice que sus avalanchas borraban los rastros de la Manada y que servían para lapidar bajo un lecho de rocas a sus enemigos...

Empero hace diez años el féretro de Ulfric fue desvalijado y con él su posesión más preciada: Steinleif, su tambor. Hace poco se volvió a escuchar la reverberación de unos tambores en las Colinas del Caminante, mas no era más que una ilusión, una réplica espuria utilizada para sembrar el pánico.

Dondequiera que esté, Steinleif es propiedad de nuestra manada, los ulfhednar. En malas manos, el Tambor es un anatema peligroso y letal. Por ese motivo debemos redoblar nuestra búsqueda.

La piel de Lobogrís

En el pasado, los ulfhednar embozaban su rostro para no ser identificados. Bajo la piel del Lobo, la Manada actuó siempre guiada por un propósito firme: arrojar esperanza al pueblo norn tras la batalla contra el Dragón y defenderlo de las amenazas que acechan en las Picoescalofriantes.

Ese es el concepto que representaban las pieles de Lobogrís, y aunque la mayoría de ellas se perdieron o fueron almacenadas en desvanes gélidos y polvorientos, todavía quedan dos ejemplares en buenas condiciones que dan testimonio de este fragmento de nuestra historia. Os hablo de la piel original de Lobogrís, la que curtió el mismísimo Ulfric, mi antepasado; y también de la piel de Goi Aullido Perpetuo, el abuelo de Skadi.

Un día Ulfric se internó en una borrasca y una manada de lobos lo salvó de la inanición y de la intemperie. Su alfa era un lobo gris descomunal al que Ulfric buscó durante años para recompensarle por su generosidad, atravesando duras ventiscas y tempestades neblinosas e impenetrables con el único deseo de volver a toparse con él (por esa razón recibió el apodo del Cazatormentas). Sin embargo, el Lobo quiso que Ulfric se reencontrase con el alfa en sus últimas horas de vida. Para honrar su caridad, Ulfric concibió a Lobogrís, un héroe que lo cambiaría todo, y en él basó su figura y su ética.

Goi Aullido Perpetuo fue el penúltimo líder berserker de la Manada Lobo Invernal. En el presente, su nieta ostenta el puesto que un día le correspondió a él, y también ha heredado las pieles que lo caracterizaban. El compañero de caza de Goi era un lobo pardo de un tamaño inmenso, tan feroz como su propio dueño; no obstante, en un enfrentamiento temprano fue víctima de una herida mortal. En clave de homenaje a su bravura, Goi decidió elaborar su manto de Lobogrís con el pellejo pardo de su lobo.

Las pieles de Lobogrís son ungidas por los chamanes de la Manada con óleos de limpieza y pasan por una complicadísima liturgia de purificación que se prolonga por nueve días y nueve noches. En ella, los cantos ceremoniales se funden con la pronunciación de hechizos y con la realización de bailes rituales que dotan a la nueva piel de Lobogrís del beneplácito del Lobo.

Tras esto, las pieles se consideran benditas por el Lobo e impregnadas de su esencia. Gracias a estos conjuros, se especula que ha habido ulfhednar que han sido capaces de mantener su transformación en el Lobo durante largos periodos de tiempo.

Actualmente la Manada cuenta en su haber con la piel de Ulfric el Cazatormentas y con la de Goi Aullido Perpetuo.

Hjorthorn, el Cuerno del Venado Blanco

Hjorthorn, el Cuerno del Venado Blanco, es un artefacto de reciente creación. El cuerno de guerra Hjorthorn fue otrora una de las astas curvas y ramificadas de un majestuoso ciervo que poblaba las Colinas del Caminante: el mítico Venado Blanco.

Un cuento se asocia al título de este animal. En sus páginas se relata cómo en su juventud la vida le fue perdonada por un muchacho que trataba de probarse a sí mismo en una cacería: el lobo sin dientes. Al final, después de haberlo atrapado, el chico lo dejó en libertad porque no estimó honorable matar a una cría indefensa.

Durante años, el Venado Blanco reinó en las estepas heladas y en las taigas de las Picoescalofriantes. Se hizo con un rebaño donde era el macho más viejo, fuerte y prominente; lo conducía en la época del deshielo a pastos más verdes y lo protegía de la depredación voraz.

Empero veinte años más tarde un destino funesto le acaecería: espoleados por el influjo de una magia primitiva, una tribu de minotauros acabó con su existencia y con la de sus congéneres de la forma más sanguinaria que os podáis imaginar. Los depravados sucumbieron bajo el peso de nuestras hachas y yo puse fin a la agonía de la bestia.

Al cabo de veinte años, el Venado Blanco había vuelto para brindarme la muerte que nunca me cobré.

A modo de tributo, me hice con una parte de su cornamenta y la trabajé. Labré en ella las runas tradicionales que reflejan el devenir del Venado Blanco y que le rinden tributo. Ahora Hjorthorn es una de mis propiedades más queridas; una que me recuerda quién fui en el pasado y quién soy en el presente.

Pese a que no alberga magia alguna que yo haya podido vislumbrar, Hjorthorn es un artefacto y un símbolo para el clan. Y también es el indicio de un presagio nefasto: la Luna de Sangre se avecina...

El Martillo de Skaargard del puño y letra de Dhraerya Gurnhail

Cuando las Nieves eran fuertes, cuando el aliento del Dragón apenas se había asentado, Skaargard Puñoforja se había reunido con otro grupo de Norns llamados por la necesidad. Pero esto es posterior...

Skaargard era joven e inquieto, apenas un aprendiz de la forja de su padre, al que tenía en estima; sin embargo, consideraba el proceso tedioso. Buscó al pueblo menguado, a aquellos seres recortados aunque fieros, fuertes y decididos, de un arte grandioso. Muchas veces intentaba convencerlos de que le enseñaran, pero siempre se negaban.

El tiempo pasó y su mente y su espíritu se apaciguaron lo suficiente como para adquirir paciencia. Fue entonces, tras muchas cicatrices en sus manos curtidas, que empezaron a instruirlo. Sin dejar de lado sus tareas de protección, ahondó en el arte de la forja.

Llegado el momento, Ulfric hizo su llamamiento. Skaargard estaba preparado y dio un paso al frente, sin vacilar. Aunque el sacrificaría su fama, sus obras llevaban su sello; ellas continuarían su legado.

Al tiempo, un regalo le fue entregado: un gran y pesado martillo de forja mágico, con runas grabadas en su forma. «Para que el objeto sea impregnado de la esencia de los tuyos, has de participar en su creación o te será ajeno y rebelde en tus manos».
Asintiendo, se encerró con los enanos a trabajar en tal proyecto: Steinleif, el Tambor del Cazatormentas. No obstante, no participó en la entrega, aunque sin duda sabía que Ulfric identificaría su marca en el obsequio.

Dejó todo dispuesto para que sus descendientes pudieran hacer frente a nuevas y a la vez viejas amenazas. Y entonces presenció un hecho inesperado, los espíritus se lo habían mostrado en sueños: dos linajes enfrentados se unirían...

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