martes, 16 de julio de 2013

La canción del sacerdote.



Cuenta una leyenda que antaño
gracia repartía todo el año
de la Osa un sacerdote
por los níveos montes del norte.

Con su calzón y su cayado,
 uno marrón, otro alargado, 
su peludo gabán de piel 
y de hidromiel lleno un tonel. 

Y es que la dicha que él daba
no es la que creéis, camaradas
sino que los norn la encontraban 
cuando la cuba se acababa. 

¡Venid, buenos hijos del norte
y honrad a ese gran sacerdote! 
¡Bebed hidromiel hasta caer, 
que se haga difícil el ver! 

Cuando al fin la farra finaba, 
los ebrios norn le asilaban. 
Como a un rey del licor trataban
a ese que ambrosía portaba. 

Su legado no olvidamos, 
y de esta manera lo honramos, 
tomando este néctar amado 
que compartió con sus hermanos. 

¡Venid, buenos hijos del norte 
y honrad a ese gran sacerdote! 
¡Bebed hidromiel hasta caer, 
que se haga difícil el ver! 


-Niklas Kvarforth

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