Cuenta una leyenda que antaño
gracia repartía todo el año
de la Osa un sacerdote
por los níveos montes del norte.
Con su calzón y su cayado,
uno marrón, otro alargado,
su peludo gabán de piel
y de hidromiel lleno un tonel.
Y es que la dicha que él daba
no es la que creéis, camaradas
sino que los norn la encontraban
cuando la cuba se acababa.
¡Venid, buenos hijos del norte
y honrad a ese gran sacerdote!
¡Bebed hidromiel hasta caer,
que se haga difícil el ver!
Cuando al fin la farra finaba,
los ebrios norn le asilaban.
Como a un rey del licor trataban
a ese que ambrosía portaba.
Su legado no olvidamos,
y de esta manera lo honramos,
tomando este néctar amado
que compartió con sus hermanos.
¡Venid, buenos hijos del norte
y honrad a ese gran sacerdote!
¡Bebed hidromiel hasta caer,
que se haga difícil el ver!
-Niklas Kvarforth
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