viernes, 19 de julio de 2013

Torneo

Anunciado con fanfarria y a voz en grito, repartida entre la multitud y diversos lugares, buscando aladides para un mal acaecido. Desde los diversos rincones del mundo conocido llegados hasta la floresta en busca de la cima entre gloria, reconocimiento y victoria. No todos eran brillantes armaduras, las miradas inquietas y espectantes, llevados por el organizador hasta el lugar de honor. Magia y acero, intelecto y fuerza, astucia y estrategia, todo en juego en unos momentos trepidantes. Avanzando unos pasos los valientes se adelantaron mostrando su desafio, mostrando que aceptaban el reto y cogían el guante lanzado. No todos fueron reconocidos, algunos prefirieron quedarse al margen. Lucha fiera, entre luces y tierra, se alza y desciente, rauda como sierpes, entre los combatientes la suerte, esquiva y caprichosa como grande la habilidad, la emoción tiembla, en parejas enfrentados, el honor no abandonado. En liza los caballeros no todos vestido como tales ni nombrados. Tretas y conjuras, en la sombra ocultas, la luz no siempre es la que más ilumina, las tinieblas a veces más cosas revelan. Vida y muerte representadas, un ganador por todos sin excepción aclamado. Y como valientes y caballeros, normas debían seguirse, hay mentiras que no deben ocultarse, hay actitudes que hay que denunciarse. Alzada la espada, alzada la voz, alzado el reto y el desafio, la lucha inevitable de la virtud mancillada por quien empañada su visión tiene por el orgullo exacerbado ha perdido el rumbo de la causa defendida ha llegado al error cometido que la perdición trae. Una montaña vestida de acero, sin nieve en sus cabellos, juventud radiante, decisión en sus ojos de cielo. Prepotencia respuesta fue lo obtenido ante una justa reclama. Sin palabras, acero desnudo, torbellinos de movimientos, los espectadores sorprendidos, acechan ávidos el desenlace. Ardiente espiritu, inesperada maniobra, fiera cólera, salto de fe y fin de todo. Muerte que da equilibrio, muerte contenida en los filos detenidos. Una sonrisa en su rostro, satisfacción en su pecho, alejandose con resolución por lo obtenido. Infamia, el horror del fanatismo, de lo erróneo. La virtud mancillada, escupida en la cara, pisoteada por una ciega falsa certeza, un engaño oscurecido por la vanidad y el orgullo desmedido, desesperación por una obsesión. Llevados hasta un escondrijo, una jaula mostrada con un cautivo preso. Palabras envenenadas, veladas por la mentira, la falsa creencia, pero valientes y caballeros fueron llamados y estos habían acudido. La balanza inclinada, la muerte pasaba de largo ante la indefensa criatura que tras los barrotes aguardaba. Dudando entre dos formas de liberación, mientras el rechazo y la repugnancia al ver el verdadero rostro que tras una falacia de máscara adornada con cortesía edulcorada, la mentira se inflamó por la repulsa, indignado se marchó el del camino errado. Los barrotes fueron abatidos por la montaña del desafio, mientras el resto de valientes unidos, la clave dieron. Un rayo iluminado, de verdad contenida, para el que atento estuviera, fue mostrado. Gratitud y alegria, por un final inesperado. Un torneo finalizaba, mucho más de lo planeado, mucho más daba comienzo, pero eso será en otro momento relatado.

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