jueves, 11 de julio de 2013

Lo que dijo Ventari... (2ª parte)

Ahí va el segundo fascículo de "Lo que dijo Ventari". En esta ocasión Saucesabio nos hablará de la Tabla de Ventari y de su concepción naturalista de la moralidad, así como de la filosofía que inspira a la Corte de la Pesadilla.
 
A mi juicio, esta es la mejor entrega de las tres que están planeadas. Pero vosotros sois los que decidís. ;)
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La Tabla de Ventari, ¿una axiología de la naturaleza?
 
“I. Vive con plenitud y no malgastes nada.

II. No temas la dificultad. La tierra firme da fuertes raíces.

III. La única paz duradera es la paz que hay dentro de tu alma.

IV. Todo tiene derecho a crecer. La flor es hermana de la hierba.

V. Que un equívoco no provoque maldad ni pena.

VI. Actúa sabiamente, pero actúa.

VII. Desde una minúscula brizna de hierba, hasta la más inmensa montaña. Adonde va la vida, debes ir tú.”                                         

—Ventari. La Tabla de Ventari.

Siete son los preceptos que esculpió Ventari en su heptálogo. Estas enseñanzas atienden tanto a un orden moral como a un propósito estético: la idea de la armonía estaba profundamente enraizada con la concepción de lo salvaje en la mente de Ventari. Una clara prueba de ello son los abundantes símiles naturalistas que aparecen en su texto: en una de sus líneas alude al campo fértil y a las raíces; en otra, a las flores y a las briznas de hierba.

Para comprender la Tabla de Ventari deberíamos remontarnos a las vicisitudes que marcaron a su autor en su época: su peculiar iniciativa sumada al apoyo de su amigo humano, Ronan, son sin duda dos de los hitos históricos que configuraron su doctrina. Su sueño pudo materializarse gracias a Ronan: erigieron el Árbol Pálido y dejó a sus pies su evangelio, que contenía la sabiduría que había adquirido y perfeccionado en sus años como ermitaño.

No debemos olvidar que Ventari fue un eremita además de un visionario. Se alejó de los centauros y pasó mucho tiempo en la naturaleza, contemplándola en soledad. Escapó de una existencia turbulenta y de tribulaciones y creó un bastión que significase todo lo contrario: esperanza, unidad y paz.

Por más que sus observaciones del mundo silvestre estuviesen sesgadas, es comprensible por qué son así: Ventari buscó el solaz en los atributos más benignos de la tierra y obvió los más violentos. Tras haberse pasado toda la vida padeciendo a causa de la guerra, no le quedó otro remedio que elogiar la faceta más dócil y templada de la naturaleza. Una que a él y al resto de centauros les era esquiva.

Los ideales del centauro Ventari tenían que ver con el crecimiento, con la placidez y con el verdor perpetuo de la agreste selva del Bosque de Caledon. Pero la naturaleza es mucho más que eso, como predica la Corte de la Pesadilla; la Tabla de Ventari tan solo refleja las cualidades positivas y calmantes que hay en los terrenos frondosos. Y si bien advierte contra la maldad y contra la pérdida de la concordia, nunca se detiene a explicar por qué.

Si bien Ventari abre una puerta al relativismo en el momento en el que se reafirma en la búsqueda de una certeza subjetiva por medio de la ascesis, a mi parecer su filosofía entroniza ufanamente una noción erróneamente naturalizada del bien. O más bien, algunos de sus adeptos más acérrimos la interpretan de ese modo; dudo que Ventari fuese tan inocente como para despreciar las evidencias que demuestran que la fauna y la flora no se rigen por principios éticos, sino en todo caso pragmáticos (si es que se puede desligar de algún modo la praxis y la pragmática de la ética, cosa que me resulta inconcebible; pero no despertemos a ese dragón, que es una bestia bien diferente).

Siendo así, era solo cuestión de tiempo que hubiera sylvari que quisieran explorar por sí mismos las consecuencias de transigir las ordenanzas de la Tabla de Ventari. Hemos oído cómo los humanos se embarcan en un curso madurativo análogo conocido como “adolescencia”; en dicho proceso, sus instintos los obligan a oponerse a las convenciones y a los tabúes sociales establecidos en orden de formar los suyos propios.

La axiología de Ventari ofrece tanto una lista de valores como una de contravalores: el despilfarro, la comodidad, el caos, la destrucción, la rabia, la indiferencia y el estatismo. No los analizaré minuciosamente, pues el objeto de esta disquisición discurre por otros lindes; tan solo quiero que apreciéis cómo estos contravalores de Ventari se reflejan casi especularmente en los principios que empuña la Corte de la Pesadilla. Eso y que entender la Tabla de Ventari como una axiología natural de la naturaleza es un error; es una axiología naturalista a tenor de las metáforas que utiliza, pero el funcionamiento real de la naturaleza tan solo se advierte parcialmente en la obra de Ventari.

Resulta irónico, ¿no os parece? Libertarios de los sylvari, como se declaran ser, y al mismo tiempo prebostes de la raza y de su independencia, actúan forzosamente bajo el influjo de la Tabla de Ventari: juegan con sus mismas reglas y han pergeñado su filosofía a partir de una proyección invertida de la misma. Pretenden refutar a la sociedad sylvari no mediante la invención de una nueva escala de valores relativamente original, sino mediante la subversión de la moralidad contemporánea. Y aunque eso es perfectamente lícito, acusan de una notable falta de coherencia en sus actuaciones (amén de una total ausencia de escrúpulos en la ejecución de esta maniobra).

Si tanto detestan la Tabla de Ventari, ¿por qué adoptar una perspectiva polarizada de la misma? No son agentes del cambio y de la emancipación; son esclavos de la Tabla de Ventari. Son una mera antítesis, una burla sin gracia atada a la volubilidad de su corazón y a la corrupción que reside en lo más profundo del Sueño. ¿Cómo aspiran a superar a la Tabla de Ventari de este modo? Incurren en una terrible y trágica paradoja.

La pregunta es: ¿son conscientes de ello o sus prédicas no son más que un pretexto meticulosamente elaborado con el que justifican rendirse a los encantos de la Pesadilla?

La falacia de la filosofía cortesana

En el epígrafe anterior me refería a la Corte de la Pesadilla y a la dualidad moral que constituye junto con la Tabla de Ventari. Me gustaría reflexionar con brevedad acerca de esta particularidad. Resulta muy conspicuo el alarde que hacen los cortesanos acerca de su liberación de las constricciones sociales cuando en realidad necesitan a Ventari; la Tabla de Ventari es la excusa en la que sustentan las fundaciones de su movimiento.

Y es que la Corte de la Pesadilla no existiría sin estos dos elementos: la Pesadilla y la Tabla de Ventari. Desgranaré esta aseveración a medida que os expongo mis argumentos.

Retomando mis corolarios acerca de la axiología naturalista de la Tabla de Ventari, lo que defendía, en síntesis, es que era un documento incompleto y sesgado. Por buenas razones, sí, pero necesariamente sesgado. La Tabla de Ventari presenta como natural la paz y el orden, y en este sentido la Corte de la Pesadilla lleva razón: la lucha y el desorden, sus dos antónimos directos, son también dos componentes esenciales de la naturaleza. Y ahí es donde Ventari se equivoca al no mencionar ese aspecto binario, bicéfalo y asociativo que se presenta recurrentemente en la naturaleza.

Seguro que muchos habéis oído hablar de la ley del más fuerte. Todo tiene derecho a crecer, sí, pero ¿qué ocurre cuando se topan una presa y un depredador? ¿Qué deberíamos hacer si obedeciéramos a rajatabla los mandatos de Ventari? ¿Intervenimos a favor de la presa y la salvamos de las fauces del depredador? ¿Cuál sería la conclusión última de una extrapolación de tal índole de los valores de Ventari?

Poneos en situación: si todo tiene derecho a crecer y, aun sin matar a los predadores, fomentamos la protección de sus presas, estos primeros morirán de hambre. Además, deberíamos llevar esta filosofía a un nivel mucho más profundo y sustancial: a los brotes. Salvémoslos también de los herbívoros, porque tienen derecho a crecer. Y de paso, no solo estaremos aniquilando a toda la fauna del ecosistema, sino que también moriremos de inanición los sylvari.

Si bien esta es una exageración ab absurdo de lo que comportaría interpretar la Tabla de Ventari al pie de la letra y de forma radical, creo que vislumbráis adónde quiero llegar: la muerte es el destino final y natural de la vida y Ventari no hace alusión a ella. Dudo que el venerable centauro tratase de transmitir esta moraleja ridícula que yo acabo de explayaros, pero tampoco fue especialmente concreto. Hay vacíos en su doctrina, vacíos que solo se pueden suplir desde fuera: con las experiencias que los sylvari vayamos acumulando acerca de Tyria y de sus habitantes.

Así pues, tras esta digresión, regresemos al punto en el que estábamos: el ideal de la Corte de la Pesadilla no es diametralmente opuesto a la Tabla de Ventari. Son sus acciones las que cubren leguas de distancia con el credo que afirman poseer, de manera oportuna puesto que sus auténticos propósitos distan mucho de ser nobles.

Claro que hay ira en el mundo, claro que hay rencor en nuestros corazones y claro que los sylvari debemos ir más allá de la Tabla de Ventari (osadía a la que el propio Ventari nos alienta en la séptima línea de su heptálogo); sin embargo, la destrucción del monumento, del Árbol Pálido y de todo lo que ha supuesto para nuestro pueblo, no es el camino a seguir para alcanzar esta meta. Si tiene que haber una sustitución, esta debe ocurrir solo cuando se haya diseñado una filosofía más completa y efectiva, aceptada convencionalmente por el mayor número de sylvari, que trascienda las limitaciones evidentes de la doctrina de Ventari y que replete los huecos que aqueja.

Entonces, ¿de dónde parte la hostilidad de la Corte de la Pesadilla? Su ideología es realmente accesoria a la de la Tabla de Ventari, porque lo es; es su contrapeso indiscutible, por usar una balanza como metáfora. Siendo así, ¿no incurre la Corte de la Pesadilla en el mismo fallo del que acusa a los Soñadores cuando pretende vender su filosofía, que no es más que una sombra mustia de la Tabla de Ventari, como un icono patriótico, emblema del orgullo y de la autonomía sylvari? ¿No están dejándose influenciar en exceso por el dogma de Ventari?

Os daré mi opinión: sí que lo hacen. Y los cortesanos son totalmente conscientes de su equívoco, ¿o acaso os creéis que no hay pensadores entre los suyos? Los tienen. Y muy inteligentes y taimados. No obstante, todos sufren de la misma maldición y de un horrible impulso: matan, causan malestar y agonía allá adonde van. Creen desearlo, pero su deseo parte de la corrupción a la que están sometidos; no tienen libertad para actuar, están domeñados por una fuerza ulterior que hace que se deleiten con el dolor ajeno. Por tanto, en esa tesitura, cabría cuestionarse que sean sujetos morales verdaderos.

Por lo que he aprendido en mis andanzas por Tyria, ninguna otra especie disfruta con el sufrimiento de los suyos salvo que esté enajenada. La Pesadilla es una especie de dolencia, como la rabia que sufren algunos perros, que mora latente en lo más hondo del Sueño y que se manifestó primero en uno de nosotros, Cadeyrn; desde entonces se ha expandido viralmente como una plaga. Y hay algo en nuestra naturaleza que nos hace vulnerables a ella; probablemente, el propio vínculo con el Sueño.

Si la Corte de la Pesadilla enloqueció no fue solamente porque sucumbiese a un ideario erróneo. Todas sus proclamas de romper con el orden establecido y con la tradición de Ventari son falsas; son efugios con los que justificar el odio tan antinatural que sienten. Son un reclamo para atraer a otros sylvari descontentos a sus huestes.

Pero la culpa no la tiene la maldad intrínseca del discurso de los cortesanos; la culpa es de la Pesadilla.

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